Vestimenta usada por la cofradía Jesús atado a la columna y azotado por dos verdugos

_Una de las características más interesantes de la Semana Santa de Ontinyent es el uso de unos vestidos tradicionales llamados “Ròssegues”, usados por los Jurados de la “Villa Reial” en los tiempos de duelo municipal de la época barroca. Se caracterizan por las largas colas, de unos tres metros. Actualmente han desaparecido las múltiples y coloristas “Ròssegues” antiguas, y solo se pueden disfrutar de las negras del Paso de los Labradores.

_Al final del siglo XX, las conmemoraciones públicas de la Semana Santa, en Ontinyent, habían acontecido una serie de actos que sumaban una escasa participación social y que se encontraban bastante alejadas del que la tradición de estos días había estado en fechas anteriores. Hasta el principio del siglo XX, la participación de cofradías y el costumario que conformaba el bagaje de esta celebración pasional procuraban una de las más representativas e interesantes fórmulas festivas de todo el calendario anual “ontinyentí”.

Así, el único elemento físico realmente notable de aquella tradición y grandeza que pudo llegar con plenitud al cambio hacia el actual siglo fue lo de las “Ròssegues”.

_Entonces, y ahora, la “ròssega” ha estado tenida como signo identitario propio “ontinyentí”, atendiendo el desconocimiento general de su uso a otros lugares, que la redujo a elemento distintivo. Y todavía, dentro de la procesión de Viernes Santo, se constreñía más su representatividad, al quedar como exclusiva de una sola cofradía, la de “Jesús atado a la columna y azotado por los verdugos”, el tradicional y tradicionalista “Paso de los Labradores”.

_La Ròssega

_Cuando hablamos de “ròssega”, nos referimos, pues, a un traje propio de la Semana Santa valenciana. Un traje o también sobrevestidura de un solo color, negro en las dos “ròssegues” conservadas de antiguo, compuesta por un tipo de chaqueta con mangas, profusamente decorada con adornamientos “avellutats” cosidos en franjas (verticales o bien laterales), cerrada por delante y sobre la cual se añaden distintas decoraciones, como por ejemplo botones de nácar, líneas hechas con lentejuelas brillantes o bordados del mismo color de la tela para crear una textura volumétrica.

_Por debajo de la chaqueta, se ve una camisa blanca que, en Sagunto, es en realidad un ribete blanco que sobresale por el cuello y las mangas. Los complementos más habituales serán los guantes negros en las manos y la ostensión de un rosario, que estará sobre la ropa en el pecho o será llevado en las manos por el cofrade.

_El elemento, más identificativo y marca propia de identidad es una larguísima cola que nace de delante mismo del traje y que crece desde la cintura, a la altura de la faja, abierta ninguno los dos lados para seguir, toda ancha, por el suelo hasta cubrir la distancia de unos tres metros.

_Mientras que en Ontinyent, los portadores llevan modernos pantalones y zapatos de color negro, en Sagunto se ha mantenido la costumbre antigua de llevar un tipo de “saragüell” negro para cubrir la parte inferior del cuerpo, una verdadera vesta completa con el sentido de cota hasta los pies, abierta y abotonada.

_La “ròssega ontinyentina”, actualizada así a la costumbre del siglo XX, tiene la chaqueta abierta y permite el uso de una corbata negra.

En Sagunto, el simbolismo indumentarístico es mayor. Mientras que en Ontinyent se simula una faja decorativa de terciopelo, en Sagunto la faja ha evolucionado a un cinturón ancho, decorado con una hebilla que representa “l’Ecce Homo”, y que, en el caso de los mayorales, se encuentra ricamente bordado con coloristas símbolos pasionales y cenefas vegetales. La categoría de los cofrades se marca en Sagunto con la presencia de unos cordones distintivos.

_Estos tipos de decoraciones bordadas, muy atractivas sobre los fondos negros, acabarán diferenciando los trajes de cola más serios y austeros (Tarragona o Vic) otros que pierden este carácter penitencial para tomar otro de lucidor y lujoso (como sucede a Antequera).

_Por otro lado, mientras que el desfile de la “ròssega ontinyentina” permite conocer perfectamente el portador o la portadora, dado que no hay ninguna prenda de ropa que tape el rostro o la cabeza, en Sagunto la vesta se completa con un capuchón o cucurulla, por lo cual acontece visualmente un traje de transición, una reliquia del vestuario histórico que se mantiene como paso previo y origen de los trajes actuales de vesta y capuchón. En este sentido, la “ròssega” de Ontinyent, por más que llevada al gusto de medianos siglo XX, se diferencia absolutamente de los trajes de vesta, capuchón y cucurulla y nunca se han mezclado con ellos. Podemos asegurarlo a través de la documentación “ontinyentina” del siglo XVIII, donde se habla de la creación de un desfile con trajes de este tipo que ocultaban la cara del penitente. El pueblo eligió como burla de esta nueva costumbre una palabra claramente definidora, y muy casero: “la Processó dels Embudets”, atribuyendo a esta nueva costumbre importada la comparación con un embudo. La tradición ha mantenido como orgullo el desfile con “ròssega” y a cara descubierta.

_El desfile de la “ròssega” es bastante lenta, sobria y señorial. Los cofrades que la visten en Ontinyent lo hacen en dos hileras, con un cirio en la mano y separados los unos de los otros para no pisar ni ser pisados los unos a los otros. Y como que las colas acostumbran a recoger la suciedad que haya en la calle y podan también engancharse y doblarse a cualquier lado, se dispone un cofrade cargado con una larga y fina caña negra que lleva un lazo de luto a su parte superior, que se dedica a desenrollar-las y mantenerlas anchas y limpias.